This is the second 'microrrelato' I have written and narrated, called "El jinete" (the horseman). You can listen to the narrated version in the video below with the text on-screen, and the written text is also included further down the page. I have also included some ideas for using this microrrelato to improve your Spanish at the end of the video.
Fue un martes cuando lo vio por primera vez. La lluvia tocaba el techo de la cabina como si quisiera extinguir las llamas que ardían en la chiminea. Allí estuvo ella, sentada con las piernas cruzadas, su cara bañada en el cálido resplandor del fuego, su mirada perdida en la novela de amor que tenía en las manos.
Las páginas se veían amarillentas y arrugadas, cansadas de una eternidad de contar la misma historia, una y otra vez. "Julieta mira al atardecer y ve la silueta de un caballo que se acerca poco a poco, y por un instante cree que ve un jinete muscular encima. ¿Será que Julián ha vuelto? ¿Será que cambió de opinión?" Pasa a la próxima página, impaciente por saber si Julián aparecerá en la silueta que se acerca.
En ese instante, cesó la lluvia. Apenas se escuchaban unas gotitas que seguían buscando la tierra, cayendo desde las hojas de los árboles hacia el techo, y de allí al piso. Un búho ululó y los leños crujieron en el hogar.
Sorprendida por el silencio inesperado, después de dos días de diluvios sin fin, se paró y se acercó a la ventana. Con el borde de la cobija que llevaba alrededor de sus hombros, limpió la condensación que su aliento había dejado en la ventana. Bloqueando la luz del fuego con sus manos, miraba hacia el bosque oscuro.
Al principio, solo veía oscuridad. Un vacío que parecía eterno, donde hace apenas unas horas veía un paraíso verde lleno de flora y fauna. Después de unos momentos sus ojos se empezaron a acostumbrar a la oscuridad, y empezó a ver las estrellas en el cielo y las sombras de los árboles.
Con un ligero movimiento de la cabeza, dirigió su atención hacia el reflejo de la luna llena en el lago, una vista que pareció congelar el tiempo. Vio cómo la luna se movía y se distorsionaba con las olas creadas por dos cisnes mientras se deslizaban con serenidad sobre el agua.
En la orilla del lago parecía haber un animal. ¿Será un ciervo? se preguntó. De vez en cuando los veía por esta parte del bosque, aunque no había visto uno desde el invierno pasado.
Con las manos apretadas contra el vidrio, formando un circulo de protección para sus ojos, miraba con aprehensión hacia el lago. Cerca del animal, podía distinguir otra figura, agachada a unos pasos de la orilla. Empezó a sentir el latido de su corazón, su ritmo sonando por dentro como el tamborileo de la lluvia.
De repente, la criatura se levantó y con la misma fluidez de movimiento que tenían los cisnes, saltó y montó la bestia a su lado. Jadeó y quitó sus manos de la ventana.
Entre el sonido de las últimas gotitas de lluvia que seguían su destino, el chisporroteo de las llamas y el ululato del búho, podría jurar que escuchó el relincho de un caballo.
Cuando volvió a mirar por la ventana y al bloquear la luz con sus manos, ya no pudo ver más que las silenciosas aguas del lago y el reflejo resplandeciente de la luna solitaria. Miró de nuevo hacia el bosque, justo cuando la silueta de un caballo alto y fuerte, montado por su jinete, se fundió con las otras sombras.
En ese instante la lluvia volvió a descender, sus gotas golpeando el techo aún más impetuosamente que antes. Abrió otra vez las páginas cansadas de la novela, y el latido de su corazón volvió a sincronizarse con el tic tac del reloj.
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